José Vicente,
El poema lo escuché en un casete regrabado de mi hermano, de esos que se escuchan todos los días por la inercia del gusto. Fue en mi época de bachiller por allá en los años 84 u 85 tal vez.
Mi hermano que en esa época estudiaba en la Nacional de Bogotá, trajo el casete y nunca pregunté dónde lo consiguió. La memoria me presenta el poema declamado al final de canciones de Silvio y Pablo. Muy probable que hubiera sido el lado B, después de la grabación hecha de distintos LPs o de distintos casetes y de sonidos de grabaciones sobrepuestas y cinta defectuosa.
Pasábamos la noche tres hermanos, cuidando el taller de carpintería de mi papá, en una pieza de un mezanin. Había una grabadora JVC vieja, a la que no se le exigía fidelidad en el sonido, o no se acostumbraba ese tipo de exigencias. Acompañaban a la grabadora muchos cassetes y también muchos libros, la mayoría de mi hermano el del casete, ninguno mío. Además de Silvio y Pablo rondaban por ahí Zeppelin, Joplin, Yes, Buarque, Fiol, Lilienthal, Battisti, Sosa, Hesse, Stone, Onetti, Benedetti, Camus, Dostoievsky, García Márquez, Nietzsche, Caicedo, Kafka y otros que he olvidado porque no fueron para mí importantes. Le prestábamos especial atención al poema, atrasando y adelantando la cinta en la vieja grabadora. En ese mezanin fue la primera y la última vez que lo escuché. Del casete sólo permanecen esas imágenes y sonidos en mi memoria. El físico está perdido.
Pasábamos la noche tres hermanos, cuidando el taller de carpintería de mi papá, en una pieza de un mezanin. Había una grabadora JVC vieja, a la que no se le exigía fidelidad en el sonido, o no se acostumbraba ese tipo de exigencias. Acompañaban a la grabadora muchos cassetes y también muchos libros, la mayoría de mi hermano el del casete, ninguno mío. Además de Silvio y Pablo rondaban por ahí Zeppelin, Joplin, Yes, Buarque, Fiol, Lilienthal, Battisti, Sosa, Hesse, Stone, Onetti, Benedetti, Camus, Dostoievsky, García Márquez, Nietzsche, Caicedo, Kafka y otros que he olvidado porque no fueron para mí importantes. Le prestábamos especial atención al poema, atrasando y adelantando la cinta en la vieja grabadora. En ese mezanin fue la primera y la última vez que lo escuché. Del casete sólo permanecen esas imágenes y sonidos en mi memoria. El físico está perdido.
El poema lo memoricé y me ha acompañado desde entonces. Pero para ser honesto, lo he aplicado mucho menos de lo que debería.
También lo he compartido con muchas personas, prácticamente con toda aquella persona que no ha pasado desapercibida por mi vida, porque siempre en las reflexiones uno llega a este tema... o también es probable que llegar a este tema se haya convertido para mí en una manía, en un oficio. Al principio a través de conversaciones cartas o postales y ahora de mails.
Y hoy lo estaba compartiendo, por segunda vez, con la mujer que amo, a propósito de la película Revolucionary Road.
Y pensé, bueno, ¿de quién será este poema? ¿Quién será el autor de esto que tiene un significado importante para mí? Busqué en Google con "Trocar el frio de la noche" y de repente lo encontré, sin restricciones de algún tipo, haciéndome sentir como decepcionado por la facilidad y la rapidez con que se me presentó.
Recuerdo que me gustaba la voz del intérprete en el casete. Tenía acento cubano. Finalizaba diciendo: "¡Sin permiso, Chente!". Siempre creí que era alguien que había tomado el poema sin permiso, porque era necesario y urgente divulgarlo. Pensé que originalmente era de un Ché Guevara o de un José Martí.
Al releer el poema noté que no había omisiones en mi memoria. Sólo noté un pequeño cambio, pero no era amnesia. Era así como estaba en la versión del casete. Se debía probablemente a una adaptación del intérprete; pertinente para la época y las circunstancias en que fue grabado: cambia la palabra "compañero" por "camarada". Me quedo con "camarada" porque para mi forma de ver, le da más fuerza y en mi imaginario, lo percibo como original.
Hoy supe que el poema se llama Sin Permiso y el autor es un historiador de nombre José Vicente Reyes Salazar que vive en Floridablanca, Santander.
Es interesante encontrarse con los artífices de nuestros referentes. O por lo menos yo soy de las personas a las que este tipo de cosas les parece emocionante.
José Vicente, quiero que se sienta bien, si es que es usted de las personas a las que este tipo de cosas las hace sentir bien.
¡Gracias!
Gonzalo.